Blue y los colores.


AZUL. IMG_20190308_102717.jpg



En este mundo se supone que todas las personas miren al resto como personas, bueno yo no lo hago. Poseo una habilidad extraña, yo veo a las personas como colores, sus sombras. Además tengo problemas para socializar. 


— Blue, apúrate ya es tarde. 


— Sí... pero no encuentro mi abrigo. — Me excusé mientras revolvía mis cosas. 


— Lo dejaste en el cesto de ropa sucia, saca otro. — Asentí y saqué otro abrigo del armario. Estamos en pleno invierno y está nevando, es genial. 


He trabajado en mi problema y puedo hablar con las personas, mantener una conversación sin tartamudear. Aunque no soporto los ruidos fuertes ni las peleas, me ponen muy nervioso e incómodo. 


— Bien, corre al auto ya voy yo. 


Hice lo que me dijo y me senté en la parte de atrás. 


(...) 


— ¡Delegado! ¿podría explicarme los ejercicios de física? 


Asentí y me dispuse a explicarle a, Gladys los ejercicios. Ella es color amarillo, un color primario, eso es lógico ya que sus padres fallecieron cuando Gladys tenía dos años. 


Procederé a explicar. 


Dos colores pueden juntarse y mezclarse, así dan vida a un nuevo color. Por ejemplo, rojo y amarillo dan vida a naranja. Pero si uno de los padres muere el hijo pasa a ser un color primario. 


Luego están el color blanco, este es muy raro pero hay personas con este color. El negro sólo se ve en personas que estén furiosas y lastimadas, se tieñen de negro... es triste. 


— ¿Tú eres Blue? — Interrumpió mi explicación una voz suave y melódica. 


— Sí... — Susurré. Era una chica nueva, de cabello largo y rizado rubio, ojos de color verde y labios regordetes. De color blanco pero tiene manchas amarillas, aunque hay una que desentona. Es una mancha amarilla más clara que el resto y esta justo a la altura de su vientre. Está embarazada. 


— ¡Menos mal! Te estuve buscando durante dos días, soy nueva y mi nombre es Caterina James, un placer. — Canturreó eufórica mientras mostraba una hermosa sonrisa. No debe pasar los dieciséis, es muy joven. 


— Blue... Blue Quintet. — Tartamudeé y eso está mal. 


— ¿Quintet? He oído hablar de un juez de apellido Quintet. 


— Es mi padre adoptivo. — Comenté y ella chilló tan fuerte que hizo  doler mi tímpano. Gladys, resopló y se corrió el flequillo que le caía sobre su rostro. 


— Oye, fresita estamos ocupados ahora. 


— Bien, me llevaré a Blue un rato. — Informó y tomó de mi brazo. 


— Espera... espera un poco.  


— ¡Oye, déjalo. Rarita! — Gritó, Gladys. Traté de tranquilizar las cosas. 


— Caterina, ¿qué haces? Deja en paz al chico y vamos a casa. — Habló un chico de cabello blanco y ojos verdes. Ryder, él capitán del equipo de fútbol americano y el chico que me gusta. Nunca me he animado a hablarle pero tampoco lo ando acosando como las chicas que vienen en manada. Son las porristas. 


— Ah, él es mi hermano gemelo. 


¡¿Qué?! 


(...) 


Hoy fue un día muy extraño, la chica, su hermano gemelo, el gato que encontré en la puerta de mi casa, las chicas acosadoras, el almuerzo y las moras que dejaron en el patio. Sobre el gato, me lo quedaré, entonces deberé de pensar en un nombre. Le gusta mucho el atún pero odia la leche. 


Bueno, dejaré de jugar con el gatito y me pondré a practicar guitarra.  ¿Dónde la dejé? Salí de mi habitación en busca de la guitarra. Fui a la cocina pero no estaba ahí, subí a la habitación de mis padres y me dispuse a buscarla. Me iba a tomar mucho tiempo porque es grande la habitación, el doble del espacio que hay en mi habitación, con esto no quiero decir que sea pequeña, todo lo contrario, es enorme. 

 

Mi color es azul, soy un color primario. Mi papá falleció y fue él quien eligió mi nombre, tal vez tenía la misma habilidad. Mi mamá me abandonó en la puerta de los Quintet con una nota que decía. 


Por favor cuiden de mi bebé, está muy bien pero yo no puedo hacerme cargo de él, su nombre es Blue. Sólo quiero que lo hagan feliz porque yo no podré. Soy su mamá, su papá está muerto, por favor dígale eso cuando crezca. 


Después de eso nunca han podido encontrar a la mujer que escribió la carta. Los Quintet nunca buscaron tener un hijo pero mamá dice  que fue como una bendición de Dios. Sí, ella es muy creyente. Papá no tanto. Ella trabaja en casa, tiene una hermosa florería y papá es un juez muy conocido. 


— Blue, ya llegó tu papá. — Avisó mamá y salí a saludarlo. Como siempre él revolvió mi cabello y me dio un abrazo. Al final no encontré la guitarra. 


— ¿Cómo está mi pequeño? 


Él es un padre diferente. La mayoría de los padres, cuando tienen un hijo varón, buscan que sean los mejores en todo y que haga algún tipo de deporte, como el fútbol americano o básquet, pero a mi papá eso no le importa, él dice que mientras haga lo que me gusta, lo demás no importa. Y estoy muy feliz de tenerlo como papá. 


— No encuentro la guitarra y todavía no logro ponerle un nombre al gatito. — Me quejé con tristeza mientras hacía un puchero. 


— La guitarra está en mi auto y el gato puede llamarse... Chimichurri.— Agregó y todos soltamos unas carcajadas. 


— ¿Qué? Es el mejor nombre de la historia. Es oficial, el gato se llama Chimichurri. Voy a buscar la guitarra. — Dije y mi papá me dio las llaves. 


Abrí la puerta de atrás del auto y ahí estaba. La tomé con cuidado y la saqué. Cerré la puerta y corrí de nuevo a la casa. 


— ¿Necesitas algo para la escuela? — Preguntó papá, dejé el instrumento en el sofá y me acerqué a él. 


— Sí, tengo hacer una maqueta para la semana que entra. Aún no sé quién es mi pareja de grupo. Creo que me tocó un chico de otra clase. 


— Bien, más tarde te daré el dinero para que compres las cosas. 


Asentí, tomé la guitarra y fui a mi habitación. Empecé despacio tocando las cuerdas. 


(...) 


— La Cicuta era una planta conocida por los griego. Eran letales. Los efectos ocasionados en las personas eran variados, desde dérmicas hasta parálisis respiratoria y cardíaca. 


Estudiando para el examen de mañana pero... ¡No puedo concentrarme en ello! Necesito salir y respirar aire fresco, bueno no tanto ya que está bastante contaminado. Tomé mi teléfono y abrigo, y salí a pasear un poco. Las casas aquí son muy grandes y elegantes 


— ¿Blue?  — Me llamó alguien pero estaba solo en la vereda y de pronto un chillido me asustó y seguido de eso un cuerpo encima de mí. Caí al suelo. Era, Caterina. 


— ¿Vives por aquí? ¿Dónde? ¿Quieres chocolate caliente y galletas? ¿Té, capuchino o café?... — Seguía preguntando 


— Oye... espera un poco, son muchas preguntas y por ahora lo que quiero es quitarte de encima y poder levantarme. 


— ¡Es verdad! — Exclamó, ella se paró y tomó de mi mano, jaló y me levantó. — Oye... eres muy liviano. 


— O tú comes demasiado Nuttela. — Bromeé, ella rió y tocó sus mejillas. 


— Estoy helada, vamos a mi casa. 


Sin darme tiempo a contestar, ella tomó de nuevo mi brazo y me jaló hasta una mansión. Me empujó dentro y cerró la puerta. 


En la entrada habían dos personas, una mujer y un hombre, tal vez sus padres. Me miraron confundidos. 


— Él es, Blue Quintet. Sí, hijo de sus amigos. — Chilló 


Ambos sorprendidos me sonrieron. La señora era alta, rubia y de ojos verdes. Él, de cabello blanco y ojos verdes. Me recuerda a alguien... 


— ¡No lo puedo creer! — Chilló la señora. Efectivamente es la madre. 


— Yo soy, Patrik James y ella mi esposa, Jessi. 


Pude ver sus colores, ambos blancos. Impresionante. Por eso ella es de ese color. Es fantástico. 


— Un... un placer. 


— Conocemos a tus padres, son muy buenas personas. Pasa a la sala, te serviremos algo caliente. Puedes dejar tu abrigo ahí. — Sonrió mientras apuntaba a un perchero. 


Pasé a la sala que se parecía mucho a la de casa y me senté en un sofá. Caterina hizo lo mismo mientras tarareaba una canción de Melani Martínez. 


— Llamaré a Ryder. — ¡Ryder! Es cierto es el hermano gemelo de Caterina. 


— Uy, dulce de leche. — Exclamó, Caterina mientras devoraba las facturas de dulce. Es muy común que tenga antojos, debe tener unos dos meses de embarazo. 


— ¿Tú no eres el chico que mi hermana estaba secuestrado está mañana? — Preguntó un chico, Ryder. Estaba apoyado en el marco de la puerta. Finalmente pude ver su color. Rojo, pero por qué tendría ese color. Quiero creer que las dos personas mayores que viven en esta mansión, son sus padres. 


— ¡No lo estaba secuestrando, lo estaba salvando de la víbora que estaba a su lado! — Se excusó ella mientras se metía otro bizcocho a la boca. 


— ¿De Gladys? — Pregunté. 


— Ah... sí, ella. 


— Y tú eres una cerda por comer así. — Se burló, Ryder. Ella se levantó y empezó a decir un montón de cosas que no quería entender porque me estaba incomodando. 


— Mejor... mejor me voy... 


— Vienes comiendo como orangután desde que volvimos de Hawái. 


— ¡Cállate, tú te comiste mi pastel y eso no se hace! 


Seguían discutiendo, su mamá apareció con la bandeja que traía el chocolate y Ryder intentó hacer una seña pero chocó con la bandeja y la volteó. Todo el chocolate hirviendo y las tasas de vidrio cayeron en mí. 


— Ay... Ryder. — Se lamentaba la madre mientras corría por algo para secar. 


— Ay, quema, quema... — Susurraba mientras me ponía de pie. 


— ¡Eres un estúpido, Ryder! — Gritaba Caterina. 


— Lo siento, niño. — Se disculpaba, Ryder. 


— ¡Niños, se callan y se sientan, ahora! — Ordenó el papá mientras se acercaba a mí. Ambos hicieron caso y se sentaron. Caterina hacía pucheros. Ryder miraba con atención. 


— No griten si está Blue aquí. — Aclaró y tocó mi hombro. 


— ¿Estás bien? — Asentí. 


(...) 


— En serio lo siento... — Seguía disculpándose, Ryder. 


— Es Blue y está bien... — Agregué. 


— Blue, es un nombre raro pero lindo. — Comentó y me acercó una canica. Era de color azul intenso. — Te la regalo. — La recibí con cuidado y sonreí. 


— Gra... Gracias. 


— ¿Dónde vives? Puedo decirle a mi papá que te lleve. — Negué mientras terminaba de limpiar mi suéter, mi suéter favorito... 


— No, está bien puedo ir solo. De todas formas no está lejos. 


— Tú eres algo bueno con las palabras ¿no es así? — Interrogó mientras caminaba hacia mí. 


— N... No, todo lo contrario, soy... soy muy malo para hablar. 



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